jueves, 31 de mayo de 2007
Colchagua, según Santa Cruz
Mis saludos cordiales, espero que estés bien. Hace algún tiempo te mencioné que había ordenado unas fotos digitales de 4 planos antiguos de lugares de Quinta que se encuentran en el Archivo Nacional, los que han tardado por diversos problemas presentados en el Archivo, bueno, recién hoy me comunicaron que el CD con las fotos está a mi disposición y espero pasar lo antes posible, puesto que aún no los conozco y tengo impaciencia por verlos y enviartelos. Tengo la impresión que vamos a encontrar un detalle revelador, además estos forman parte de los legajos de documentos relativos a grandes propiedades, como la Estacada y otras.
El asunto principal es la lectura y resumen de La crónica de la provincia de Colchagua de don Joaquín Santa Cruz, quién fuera por varios años el conservador de bienes raíces de San Fernando
y tuviera a su cargo el archivo de los escribanos de Colchagua. Estos personajes nos han brindado valiosa información sobre la evolución de los propietarios y sus familias en varias publicaciones y de diversas ciudades, en este caso sobre la antigua Colchagua, en el contexto de la Conquista.
La llegada de P. de Valdivia al valle del Mapocho se produce a fines de 1540, Ahí definió fundar la ciudad de Santiago, a inicios del 41, luego se dedicó a explorar el territorio adyacente. Diferentes destacamentos se dirigieron a Melipilla y su costa y otros al sur del Maipo, a las tierras de los "promaucaes", dada la resistencia de estos últimos, se resolvió instalar un fuerte en el territorio del dominio de Cachapoal. La partida de soldados, aproximadamente 20, quedó a cargo de Pedro o Pero Gómez de don Benito, uno de los soldados, Diego García de Cáceres, cuenta que pasaron en esa guarnición seis meses de continua vigilancia.
Una sublevación de aborígenes en Concón, donde construían una nave para facilitar el contacto con Perú, obligó a Valdivia a retirar la guarnición del fuerte en las tierras de Cachapoal e ir a tomar represalias al valle de Aconcagua. Luego de muchos combates y la amenaza de sublevación de los "promaucaes", vuelve a las tierras de Cachapoal con un contingente mayor y desata varias batallas.
Mientras, los aborígenes del Mapocho y Aconcagua se reagrupan y asaltan la ciudad de Santiago. Incendian y destruyen gran parte de la población. Retroceden tan solo trás la decapitación de algunos de los Lonkos prisioneros despues de lo de Concón.
Destruida la ciudad en septiembre del 41, antes de un año de su origen, los españoles levantan una tapia de adobes, encuadrando unas pocas manzanas y se concentran a vivir sitiados. Solo salían en cortas incursiones para procurarse algo de alimento y repeler las constantes provocaciones de los guerreros aborígenes.
Para poder mantener el interés y la quietud de sus soldados, Valdivia se vió obligado a hacer reparto de Encomiendas de naturales a 62 de sus hombres, esto ocurre en julio del 42, todavía los conquistadores viven recluidos en un escaso perímetro, sin alimentos, sin auxilios ni contacto con el Perú y los aborígenes comarcanos en pié de guerra.
Valdivia envía un par de emisarios por tierra al Perú, los que tras muchas dificultades y tiempo logran su cometido, primero enviando una nave, la de García Villalón, con pertrechos y luego éstos mismos más soldados, lo que permite reacondicionar sus fuerzas a los conquistadores y retomar, la ofensiva.
Entre los elementos de refuerzos que trae Monroy, uno de los reclutados, Juan de Cárdenas, conocedor de la legislación española, quien inició la tarea de ordenar administrativamente la incipiente colonia y darle el correspondiente estatus jurídico a las medidas adoptadas por Valdivia, a su propia autoridad, la función del Cabildo, regularizar las cesiones de Encomienda y muchas otras cosas llevadas a cabo solo por la dinámica de la guerra de conquista. Había que sentar un estado de derecho.
Con respecto a las Encomiendas, el mismo Valdivia expone en carta al rey y emperador, que repartió indios y caciques que conocían mal y solo de oídas, ni siquiera habían sido vistos y sus encomenderos debían ubicarlos, reducirlos y ponerlos a su propio servicio.
Repuestos, con el propio Valdivia a la cabeza, se retomó el camino hacia los "promaucaes", iniciando los combates desde la Angostura, luego el territorio de Cachapoal y más tarde el de los Taguataguas. Los últimos comprendían el territorio de lo que es hoy; Pelequén, Malloa, San Vicente, Apalta, Tunca y tierras adyacentes. En esta area los Taguataguas tenían una fortaleza, cerca de un poblado llamado Palta o Apalta, tierras de Tipanande, compuesto de aguamontes y pantanales.
Valdivia logró salir victorioso con sus 80 hombres "y se puso gran quietud a toda la tierra", muchos guerreros aborígenes, se retiraron más al sur y continuaron resitiendo la invasión hispana junto a los guerreros de más al sur.
Los asientos humanos que los españoles encontraron en las tierras Colchaguinas son:Copequén,
Peumo, Pichidegua, Rapel, Malloa, Nancagua, Colchagua, Ligueimo, Rauco, Gualemo, Teno, Mataquito, Lora y Vichuquén.
Santa Cruz, ubica el pueblo de Copequén donde está hoy el Olivar, comprendía desde el río Cachapoal, hasta el río Claro y fue encomendado a Pedro de Miranda, compañero de Monroy en la búsqueda de socorros al Perú, un gran premio a un valeroso hombre por los relevantes servicios prestados. Esta era una de las fórmulas de pago a los conquistadores, luego las mercedes de tierras, el rey no ponía ni un centavo.
Otras de las encomiendas otorgadoas en el area, fueron:Taga tagua, cedida a Juan Bautista Pastene. Pichidegua, cedida a los primos Juan y Jerónimo de Alderete y posteriormente a la viuda de éste último. Malloa, cedida a Francisco de Riveros y heredada por su hijo mayor, Alonso de Riveros y Figueroa. Peumo, cedida a doña Inés de Suárez. Cachapoal, cedida a Francisco de Aguirre.
En el vasto llano que existe entre Reguelemu y la angostura de Malloa, hacia Tinguiririca, no existía pueblo alguno indígena y era casi un desierto, atravesado por los caminos que iban al sur de Chile y a Nancagua.
Las encomiendas de Copequén y Malloa se encuentran en "los límites" de Quinta. Como las encomiendas no son territoriales, sino sobre los aborígenes, es dificil precisar a quién debían
sujeción los pobladores de "Quinta" y si los había en ese lugar. En teoría no se podría otorgar cesiones de tierras en poblados de "indios" y si la cesión hecha por el Cabildo de Santiago a Juan Gómez de Almagro en Cailloa, 1552, corresponde a las tierras de la Quinta de Cailloma, significa que de haberlos, éstos fueron removidos y Gómez pudo establecer su "estancia de Cailloa, todas las sementeras de trigo, cebada, maiz e lino, fricoles y papas e otras cualquiera que yo tenga sembradas en las dichas chácaras y estancias e pueblos de mis indios". Así se lee en el canje de Gómez con de Orense.
Hasta entonces, el territorio depende de la jurisdicción de la ciudad de Santiago. El 30 de mayo de 1593, se creó el Corregimiento de Colchagua y su primer Corregidor fue, don Alvaro de Villagra.
Santa Cruz, señala, "hasta el año 1600 no existían más propiedades particulares que las siguientes:
1:La de Cailloa, osea la que había sido de Juan Gómez.
2:La de Pedro de Miranda, "legua y media de tierras en sus pueblos, junto al río de Cachapoal
(orilla sur) desde un cerro (Copequén) para la cordillera".
3:Juan Jofré pidió en 1553 "tierras que son, en el valle que hace en medio que corre hacia los
Taguatagua". Parece referirse al valle de Malloa o sus cercanías.
4:El hijo de Jofré, llamado Luis, pidió tierras también en 1575, cerca de Coinco.
5:Don Melchor Jufré del Aguila pidió y obtuvo en 1575, una extensión de tierras a orillas del
Tinguiririca y vecina al estero de Pedegua.
"Ya hemos relatado las primeras conseciones que a uno y otro lado del Cachapoal hizo Valdivia al jóven alférez Pedro de Miranda, de ahí que Copequén, El Olivar y parte de Requinoa y Apalta quedaron en la familia de aquel".
Miranda se casó con doña Eperanza de Rueda, sobrina de la esposa del Gobernador Jerónimo de Alderete. Al fin los Miranda heredaron a éste y su esposa y dieron lugar por medio de uniones matrimoniales, al establecimiento de dos de las grandes casas tronales de Colchagua; la de los Guzmán Coronado y la de los Ramírez y Sierra.
La nieta de Pedro Miranda, doña Luisa de Miranda y Jofré, casó en segundas nupcias con el capitán, alcalde y corregidor don Luis de Guzmán Coronado, quien poseía importantes propiedades en Colchagua. Doña Luisa se casó por tercera vez con don Agustín Ramírez y Sierra.
Por parte de los Guzmán Coronado heredaron Gultro, Apalta, Requinoa, Rosario y Popeta hasta el río Claro.
Los Ramírez heredaron Tilcoco, Coinco, La Estacada y otras vecinas.
Hasta ahí , Santa Cruz.
Atentamente, Antonio Saldías.
Respondiendo a una amable solicitud del antropólogo social, Fernando Toro, para colaborar en una investigación historica sobre la comuna de Quinta de Tilcoco, hace algunos meses, entré a una revisión del material acopiado en mi biblioteca, donde he descubierto la estrecha relación que existe entre dicha comuna y la comuna de Pichilemu (una hermandad fundacional), y otros que creo son del mayor interés para los pichileminos. De modo que parte de la comunicación con el señor Toro, será también subida al blog.
domingo, 22 de abril de 2007
Más Cuevas, LA CUEVA
Uno de los lugares que ha concitado el mayor interés, en la costa de Colchagua, es sin lugar a dudas, el denominado “La Cueva”. Existen variadas interpretaciones sobre su origen y los acontecimientos que allí han sucedido, la siguiente corresponde a Santiago del Campo, se encuentra en un estudio sobre La Provincia de Colchagua, publicado en La Revista Católica en 1915.
“La Cueva de Salamanca fue el palacio real para los brujos de Colchagua y también de otras provincias. Allí celebran sus reuniones los días martes, sus verdaderas “tenidas masónicas” para recibir órdenes del gran jefe, el demonio, y concertar sus planes y sus brujerías, Esa cueva llegó a ser tan célebre que cuantos han de pasar por Hidango, en dirección a Navidad o Matanzas, miran como obligación la visita de estilo. Y así como los árabes deben ir por lo menos una vez en su vida a La Meca, los colchagüinos, miramos como obligación “patriótica” la visita a Salamanca. Será interesante escribir la historia de aquel monumento o fenómeno, con las faces por que ha pasado y el nombre de los altos personajes que la han visitado, nombres que se encuentran grabados en las toscas paredes del portal que sirve de vestíbulo”.
Sin tanto misterio, y muy lacónico, un distinguido naturalista nos entrega su impresión…
La Cueva, 34* 10` latitud.
El anterior subtítulo encabeza la relación hecha por don Rodolfo Philippi de su visita a La Cueva en 1878, está contenida en su obra, Fósiles Terciarios y Cuaternarios de Chile.
“ San Antonio de La Cueva es una hacienda de la provincia de Colchagua, que dista treinta quilómetros de la costa en linea recta, i la atraviesa el camino carretero que conduce de La Palmilla, término de un ferrocarril que arrancando de San Fernando, conduce al puerto de Matanzas (sic). La casa de la hacienda estará a 100 o más metros sobre el nivel del mar, a juzgar por mi aneróide de bolsillo.
Hai en esa localidad varias mesetas terciarias horizontales, separadas por anchos valles de erosión, formadas de una arenisca mui arcillosa, las más veces parda o gris, con declives mui separados; en uno de estos declives está la gruta que dió el nombre a la hacienda.”
domingo, 25 de marzo de 2007
DE LAS CUEVAS Y DON ANTONIO DE PETREL.
Una de las cuevas célebres que he conocido es la del caudillo chileno José Antonio Pincheira, en realidad de los cuatro hermanos Pincheira. Ellos y sus subordinados mantenían en secreto sus refugios, tanto en territorio chileno como argentino, hoy se conocen dos de los más importantes, uno se ubica próximo a la ciudad de Malargue, en el sur de la provincia de Mendoza y se denomina Los Castillos de Pincheira, dado a la monumental apariencia de construcción megalítica que ha adquirido la roca del farellón de la ribera sur del río de Las Pampas, por la acción erosiva natural de las lluvias y los fuertes vientos que lo azotan. A través de centenares de metros se pueden apreciar las innumerables cuevas que albergaban a la temida banda de los Pincheira. Con el relato del naturalista inglés, Charles Darwin(ese viejo conocido), nos aproximaremos a la idea que se tenía de ellos alrededor de 1834, él se encuentra en la cima de la cordillera de los Andes, cerca del nacimiento del río Cachapoal,”Por uno de esos barrancos penetró Pincheira en Chile para saquear toda la comarca vecina. Ese mismo cacique que atacó una estancia a orillas del río Negro, ataque del que ya he hablado. Pincheira es un renegado, mestizo español, que reunió una gran tropa de indios y se estableció a orillas del río de Las Pampas, establecimiento que jamás han podido descubrir las tropas enviadas en su persecución. Partiendo de ese punto, y atravesando las Cordilleras por pasos desconocidos, se dirige a saquear las estancias y, apoderándose de los rebaños de éstas, los conduce a su secreta morada. Pincheira es un jinete de primer orden, así como todos sus compañeros, por que él tiene por principio invariable romperle la cabeza a cualquiera que no pueda seguirle. Contra ese jefe de bandidos y otras tribus indias errantes es contra quienes Rosas hacía la guerra de exterminio de que hablé en el capítulo V”.
En Chile se habló de la “guerra a muerte” y de este mismo modo tituló don Benjamín Vicuña Mackenna un grueso volumen dedicado a ese período desde donde elegiremos algunos fragmentos, para complementar, los comentarios de mis visitas a ambas “cuevas” o lo que he logrado en dichas visitas de las esquivas cuevas, ya que éstas, en varias ocasiones no han sido accesibles a la primera.
La “Cueva de los Pincheiras”, es un alero rocoso socavado por acción natural, al pié del gran farellón de basalto que se eleva a más de cien metros de altura en la ladera sur del boscoso cajón que hoy aloja la ruta pavimentada hacia Los Nevados de Chillán, en el kilómetro 67. La pared de este acantilado es casi lisa y cae verticalmente al valle, es inexpugnable, en el borde de su cumbre se divisa un cordón arbóreo de especies nativas. Por este paredón, aún hoy en la época de los deshielos, se forma una extensa y copiosa cortina de aguas ocultando “la cueva” que otrora sirvió como uno de los refugios a la “gavilla de los Pincheiras”.
A fines de la colonia e inicios de la república, esta boscosa área se encuentra bajo la propiedad de un importante y furibundo realista, don Manuel Zañartu, dueño de la hacienda de Cato, donde los progenitores de los Pincheiras, son inquilinos y hombres de confianza del patrón, quien los ampara y estimula.
Conocedores o vaquianos de las serranías de Cato, los Pincheiras, convirtieron la zona en su refugio natural. Antonio, el mayor de los hijos de Martín, es soldado del ejército realista y hoy es la batalla en Maipú, de ahí huye tras la derrota y del abandono que su comandante en jefe, Mariano Osorio hace de sus tropas. El jefe huye por el camino de la costa. Sabemos que el guía proporcionado a éste y su escolta en la hacienda Bucalemu, los conduciría a salvo hasta Cáhuil. Al descender desde Millaco hasta la boca del Nilahue por un estrecho y tortuoso camino flanqueado por cipreses, a la hora más oscura de la noche, antes del amanecer, ahí, en uno de esos recovecos, desapareció el guía. Solos, Osorio y sus propios, prosiguen su derrota, esta vez hostilizados constantemente por las guerrillas de costinos patriotas.
Mientras, los restos de las fuerzas realistas, huyen en desorden y al, sálvese quien pueda. El cabo Antonio Pincheira, es uno de ellos, su astucia y su genio lo conducen a salvo al reducto de toda su vida, a donde la autoridad patriota lo compele.
Proscrito, se entrega de lleno a sus correrías, pliega a sus hermanos; Santos, Pablo y José Antonio, más una abigarrada compañía de campesinos, delincuentes, mestizos, pehuenches, desertores del ejército patriota y restos de sus compañeros de armas en las filas del rey.
Desde su base de Cato, asolaron los campos y pueblos comarcanos, el favor de los hacendados, inclinó la acción de estos hombres a actuar en coordinación con otras fuerzas comandadas por caudillos realistas, como; Vallejos, Pico, Mariluan, el cura Ferrebú, el renegado Vicente Benavides. Realizan operaciones de distracción del ejército patriota y el asalto, toma y saqueo de Chillán, San Carlos y otros tantos, también, cuando es menester, traspasan por los boquetes cordilleranos hacia las pampas argentinas del sur de Cuyo. En las mismas cercanías del fuerte de Malargue, los Pincheiras establecen su malal, se albergan en los aleros rocosos del farellón del río de las Pampas. La acción erosiva de las lluvias y el potente viento que asota el acantilado,
con el tiempo, ha labrado decenas de pequeñas cuevas. Su uso y la comunicación de unas con otras, tejió una red de senderos que los conectan con rapidez a la cumbre y poder replegarse con seguridad en caso de un ataque de las fuerzas cuyanas.
Hoy día, los llamados “castillos de Pincheira”, son apreciados desde lejos por su imponente presencia, similar a una mega construcción medieval y pueden ser visitados y recorrerlos palmo a palma tras las huellas de los saqueadores de la estancia de Río Negro.
El carácter del accionar de las fuerzas de Pincheira, la demostración de crueldad y los fines que sirvió, es lo que llevó a clasificarlos por el uso y costumbres como una “gavilla” o “banda” que actuó durante la llamada “guerra a muerte”.
LA CUEVA
San Antonio de La Cueva está en los 34*14`71``
sábado, 24 de marzo de 2007
martes, 13 de marzo de 2007
La sal es uno de los minerales que más abunda en la Tierra. Su nomenclatura química, Cloruro de Sodio, se debe a sus dos iones componentes: cloro y sodio. La estructura de este compuesto, es un cristal con forma de cubo, en la que los átomos de cloro y sodio, dispuestos alternadamente, forman una red cúbica que se va repitiendo con la misma orientación en toda la sustancia, formando una red cristalina.
La sal no sólo sirve para sazonar. Sus iones son fundamentales para la transmisión de impulsos nerviosos, para los latidos del corazón, para la contracción muscular y para desencadenar una respuesta inmune. ¡La próxima vez que aliñen una ensalada, piensen en esto!
Nicolás Yutronic Sáez, QuímicoLicenciado en Química, Pontificia Universidad Católica de ChileDoctor en Ciencias Naturales, Universidad de Stuttgart, AlemaniaProfesor Asociado Facultad de Ciencias y Facultad de ArtesUniversidad de Chile
¿Quieren saber más?
La sal de mesa o cloruro de sodio, de fórmula química NaCl, es el compuesto iónico más común. Es un sólido blanco, cristalino y soluble en agua, constituido por dos iones: Na+ y Cl-. A pesar de tener 2 componentes, la sal es totalmente diferente a cada uno de ellos por separado: el sodio es un elemento metálico y el cloro es un gas diatómico tóxico; y ambos presentan una violenta reacción al contacto con el agua. Los iones Na+ y Cl-, sin embargo, no experimentan tales respuestas. Si agregamos cloruro de sodio al agua, no se produce otra cosa más que su disolución, hecho que también podemos apreciar al adicionarlo a nuestras comidas. El análisis de difracción de rayos X, muestra que el NaCl posee una estructura cristalina cúbica centrada en las caras, en la que los átomos de cloro y sodio se encuentran dispuestos en forma alternada. Este arreglo se repite con la misma orientación a lo largo de toda la sustancia, conformando una red que define un cubo de una longitud de 5,63 angstroms (Å) por lado. Para tener una idea, sólo 1 centímetro es igual a 100 millones de Å.Este entramado es también característico en la mayoría de los halogenuros alcalinos como el bromuro de potasio, KBr, que, lógicamente, debido al mayor tamaño del ión potasio, describe un cubo de aristas más largas: 6,59 Å. El número de iones de signo contrario que se encuentra alrededor, por lo tanto, es igual a seis. La forma del retículo cristalino, dependerá de la relación entre los radios de los iones positivos y negativos. Así, cuando el catión es muy grande, como es el caso del Cs+, éste podrá rodearse de más iones negativos (8) y, entonces, la estructura tendrá una forma de red cúbica, pero centrada no en sus caras, sino en su cuerpo.