viernes, 9 de noviembre de 2007

Más juegos de azar

Los juegos de azar eran una actividad importante en la mayoría de los recintos termales, desde la antiguedad y en las más diversas y dispersas culturas, por ejemplo, las termas de Caracalla, en Roma, poseían salones especiales dedicados a los juegos de azar o invite.
Asimismo, nuestros mapuches acudían a las termas, a rendir tributo a Meulen, divinidad benéfica de las aguas y disponían en aquellos sitios, el de más belleza natural, Aliwen, para la práctica de sus reuniones y juegos.
Mi cronista colonial predilecto, don Gerónimo de Vivar, dedica un capítulo especial, el XCI, que trata de una manera de juego que tienen estos indios de Mapocho y todos los demás de esta comarca.
Su manera de juego de estos indios es de esta manera: que en el suelo hacen una placita pequeña, y por una parte de ella hacen una raya como una "C" al derecho y otra "C" al revés; y en medio de estas dos "Ces", digo en las cabezas, está un hoyuelo pequeño, y por las dos "Ces" va por cada una de ella, diez hoyuelos más pequeños. Y ponen por ellos piedras o Maíces o palos, de manera que difieren en la color los unos de los otros. Y desde fuera de este circuito hincan una varita de tres palmos, y la cabeza de ella cae en medio de este circuito de las "Ces". Hacen de una varita de mimbre una "O" atada allí, que será tan grande como una ajorca.
Y siéntanse los que quieren jugar, que son dos o cuatro compañeros, y no pueden jugar más de cuatro. Y toman cuatro frijoles blancos, -porque los hay de muchos colores-, y por la una parte los tornan negros, y échanlos por de dentro de la mimbre que está en alto, como ajorca que digo y, en echándolos y en dándose con las manos en el pecho y muslo derecho, es todo uno, hablando en alto. Y caen abajo en la placita.
Y si caen todos blancos, sube aquél que las echa cuatro casas, subiendo de la casa del cabo para arriba do está la otra casa que digo, que es mayor que éstas. Y si echa todos negros, sobre tres casas con la misma piedra que anda. Y si echa dos blancos y dos negros, anda una casa. Y si echa uno negro, y tres blancos, o tres negros y uno blanco, pierde la mano, y juega el contrario, y sube de la misma manera conforme a lo que echa.
Y esta piedra que va caminando por las casas en que están las otras piedras; y si acierta a entrar en la casa mayor que dije de la cabeza de las "Ces", pierde la mano. Estando allí gana aquella piedra al contrario, y echa ganancia, sale de allí hacia las piedras contrarias y prende a todas en cuantas casas entra con lo que ha echado; y si estando en la casa grande pierde la piedra, es porque dicen ellos que aquél es río y que se ahogó. Y torna a jugar con la otra del cabo que queda, y si se la matan, con la otra del cabo. Y así juegan, y el que antes mata y echa fuera de sus casas las diez piedras contrarias, gana el precio que ponen.
Y este es su juego, y no tienen otro. Y son muy grandes tahures, tanto que muchas veces juegan las mujeres e hijos, y ellas son muy tahures de éste juego, y juegan lo que tienen.
Los aborígenes de la comunidad que sepultó los cuerpos al pie de la terraza, ¿concurrirían al "primer casino"?, despues de todo, otro mito popular afirma que esa cueva es la salida de escape del casino del Gran Hotel.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Juegos de azar

Según don Miguel de Cervantes y Saavedra, autor del hidalgo, don Quijote de La Mancha, el territorio de las colonias de Las Indias son;"Pala y cubierta de los jugadores.
Como señala en forma clara, Francisco Morales Padrón, en las instrucciones recibidas de las autoridades de la colonia por los capitanes de la conquista, se prohibe expresamente, los juegos de azar. No obstante, casi todos los conquistadores jugaban al punto de confeccionar cartas de barajas con los cueros de los libros, para luego disputarse en la mesa de juego todo tipo de bienes.
Así como también sería un lucrativo negocio arrendar el derecho a cobrar por la importación de barajas. Se debe tener en cuenta que los naipes, también se usan en juegos de entretención , solamente, sin mediar apuestas.
Enrique Bunster en su Oro y Sangre dice, que Valdivia sabía exactamente que la tierra de Chile era un pozo para enterrar más oro del que se sacaba y que vino aquí no por codicia, porque él llamaba al oro, con displicencia, "el cebo de manjar amarillo", y lo dilapidaba en la mesa del naipe sin abandonar su sonrisa de gran señor. Amaba la conquista como otro juego de azar, y por venir a conquistar Chile perdió la propiedad de su rica mina de plata del Perú.
Las carreras de caballos y las riñas de gallos, donde se apuestan sumas considerables, dice Carlos Freire, son las entretenciones preferidas. También, El gusto a otros juegos como, las cartas, los dados y el juego de bolos forman las delicias de los chilenos. En el campo ocurre a menudo que después de jugarse el dinero, se juegan las alhajas, la ropa y hasta los animales. Sin embargo el vicio del juego es aún más fuerte en las ciudades, donde suele ocasionar riñas en las cuales el cuchillo sale a relucir.
Todavía hay mucho juego por delante.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Casinos, garitos, juegos y Manuel Rojas

De nuestro viejo y querido Manuel Rojas y de sus Imágenes de infancia tomamos estas notas sobre los juegos de azar.
"Fuera de estos hombres había en el barrio otros, atrayentes también por su vida y carácter, aunque menos ostensibles y bulliciosos. Existían por allí casas de juego, timbas populares- se las llama carpetas-, cuyos dueños, ladrones o policías retirados o comerciantes de poca monta, explotaban el vicio del juego entre trabajadores y gente tragediosa. No era raro ver pasar en las mañanas, muy sentados dentro de un coche, a individuos que no llevaban encima más ropa que los calzoncillos y la camisa: habían perdido su dinero en el juego y después del dinero habían jugado y perdido el traje, los zapatos y el sombrero- por esos tiempos, y hasta unos veinte años después, llevaban sombrero hasta los naturalistas ( los únicos que no lo llevaban eran las personas reputadas dementes). Otros, sin crédito con los cocheros, pasaban a pie, envuelto el cuerpo, de la cintura para abajo, en una hoja de diario o en un trozo cualquiera de género. A pie desnudo o en calcetines desfilaban con gran seriedad por la calle, en medio de las sonrisas de los transeaúntes y las preguntas y risillas irónicas de los conocidos.
Todo este mundo de subhombres, ladrones de ínfima categoría, mendigos, jugadores, borrachos y bandidos, daba al barrio un carácter singular, constituyendo un espectáculo entre triste y pintoresco, entre bizarro y repugnante. Algunos amigos míos, de filiación liberal, me aseguran que esos hombres y muchos otros de igual o parecida condición, son así porque no quieren ser millonarios, poetas, sabios o héroes. A pesar del aprecio que siento por esos amigos, se me hace duro creerlo."
Hace algunos años me confidenció, la hija del último operador del casino clandestino de Pichilemu, que su padre tomó la desición de cerrar las salas de juegos dado los exesivos cobros de las autoridades por hacer vista gorda al funcionamiento del "primer casino".
Más juego, más casino.