Solo aquello que vive, muere, o cambia de estado, eternamente. Propiedad inherente a la vida, y a la muerte. La semilla muere para dar vida al nuevo fruto, la semilla muere o cambia de estado y permanece con nosotros, bajo otra forma.
El fruto maduro de la vida, dice nuestro amigo Jorge Aravena Llanca. Por ahí corre el exquisito quehacer de José Arraño Acevedo, también en el sentido pesar de Juan Marcelo Mella Polanco, en el mío propio y seguro, de otros muchos.
Su pasión hila a cada uno, inextinguible, como la misma vida y la muerte. Rotundo y paradójico. Solo por que respira y anda está vivo?. Ví la cara de esa otra vida, más de un par de veces y ya estaba y él también, con el hombre de Cáhuil, una de las cabezas de los colosos sumergidos en Punta de Lobos, en cada ricón, está.
domingo, 29 de noviembre de 2009
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