viernes, 26 de enero de 2007

Cáhuil o Caguel

El Gobernador Luis Fernandez de Cordova concedió en 1627 una importante Merced de tierras a don Lorenzo Núñez de Silva que comprendían todas las demasías desde Rapel a la Laguna de Los Choros, acumulando unos quince títulos bajo su dominio con alrededor de 14 mil cuadras. Núñez de Silva era el esposo de doña Catalina Verdugo de la Corte y yerno de Doña Leonor de la Corte, propietaria también en Los Choros, así se conocía o se llamaba con más frecuencia el territorio de lo que hoy conocemos como Cáhuil o Caguel como aparece en algunos documentos posteriores al otorgamiento de mercedes de tierras.

Cabe señalar que la institución de la Merced de tierras es la primera forma real de propiedad sobre la tierra que se da en este territorio, una vez conquistado, las tierras pertenecían a la corona de España, y el rey o sus gobernadores poseían la facultad de hacer propietarios a quienes se “premiaba” por sus servicios en las guerras de Arauco.

Don Lorenzo, testó en 1658 ante el escribano Vélez, en el Item. 33 declara que tiene pleito pendiente sobre unas tierras en Caguel, con Juana de Almoguera, viuda de Francisco González.

En el siguiente Item, declara que ,de las tierras de Caguel di a Antonio de Lezana, tres mil cuadras en trueque de trescientas que me dio del Vado…

El pincel de Pacheco Altamirano

El conocido pintor nacional, Arturo Pacheco Altamirano, célebre por sus “marinas”, especialmente, estuvo de visita en Cáhuil en el año 1936 y una de las escenas que capturó con su retina y pincel fue precisamente de los salineros, “salineros de Cáhuil” es el nombre de una de sus telas que por los ochenta era de propiedad de un coleccionista de apellido Mac Cuellar, quien recuerda que dicha escena fue portada de un catálogo de una de las numerosas exposiciones del afamado artista.

La pluma de Manuel Rojas

En GEOGRAFIA HUMANA DE CHILE

Nosotros los Chilenos

Hernán San Martín

Editorial Quimantú. 1972.

Pj. 10. Nos transcribe este hermoso poema,

“Salinero de Cáhuil,

en las salinas

tu pala está paleando

luna y harina.”

Pertenece a MANUEL ROJAS, premio nacional de literatura. Rojas vió un día en un periódico un provocador aviso, Cáhuil, lindo pueblo, era una invitación de una tradicional familia cahuilina a disfrutar de su hospitalidad y los bellos parajes del campo costino, un digno destino para su querida prole, así nos relata en “A pié por Chile” este gran escritor, su descubrimiento de uno de los más bucólicos poblados de la antigua Colchagua, así nos conoció, nos quiso y nos retrató con su pluma. Todo un honor, viniendo de él.

“El hombre que vive en esta cordillera de la Costa es muy particular. Es campesino y medio marinero, pero sobre todo es tradicional. Vive en pueblos aislados, donde las viejas costumbres no cambian: San Pedro de Alcántara, Cáhuil, Duao, Iloca, Vichuquén, Empedrados, Tirúa, para recordar sólo algunos. Desde sus alturas divisa el mar y, a veces, baja a sus playas y se atreve a cruzar las olas en frágiles embarcaciones. El mar nos atrae, pero nos inquieta mucho más y nos detiene.”

Vivencias de Cáhuil

MICHELLE BACHELET Y CAHUIL

Conversación en el Ristoranti Prego

-Señora Michelle , mi nombre es Antonio Saldias y soy de Pichilemu, he escrito un par de libros sobre mi comuna y me gustaría conversar con usted y su madre, puesto que entiendo su familia vacacionaba en Cáhuil, junto a su padre.

-Los recuerdos mas hermosos de mi niñez y de mi vida tienen como escenario, Cáhuil , además de muchos otros momentos inolvidables, por ejemplo, Sofía dio sus primeros pasos en Cáhuil, eso es algo que no se borra jamás, la gente del lugar, en fin, tantas cosas.

-En uno de los libros que le he señalado, me refiero a algunos personajes que escogieron dicho balneario para pasar sus veranos, como el escritor Manuel Rojas.

- ¡Pero si fue el Tío Manuel quién nos llevó por primera vez a Cáhuil!, veraneabamos junto las dos familias, en la misma pensión, realizábamos muchas actividades en común, nuestros padres eran grandes amigos. ¿Sabe? Voy a contarle a mi madre y la voy a traer para que conversen, le va a encantar, la próxima vez vengo con ella.

-Muchas gracias por su gentileza.

Nuestra Sal

JUAN IGNACIO MOLINA

HISTORIA CIVIL DE CHILE

Pj. 102 “ Encontraron la manera de hacer salinas sobre la ribera del mar, y extraen sal fósil de varias montañas abundantes de tales mineras. De ahí es que distinguían estas dos especies de sales, llamando a la primera “CHIADI”,y a la otra “VILCO CHIADI”, esto es, sal del alma de piedras”.

N. del A. Es muy importante señalar que la afirmación del abate Molina , en cuanto a que los aborígenes de nuestro territorio conocían el proceso de producción de sal de costa desde época inmemorial y anterior a la invasión hispánica, ésta es respaldada por el Mapudungun, la lengua que usaban los pueblos originarios desde el río Choapa hasta el Seno del Reloncaví. La perfección de las lenguas sigue constantemente las de la civilización, agrega Molina, la copia de palabras de un lenguaje presupone un número correspondiente de ideas claras en el complejo de los individuos que las hablan.

Y también, u obviamente a una realidad. Si existe una palabra específica para la sal producida por el arte del hombre y otra distinta para la sal fósil, esta diferencia apunta al origen y su forma de obtención de la sustancia.

Esto tiene la mayor relevancia, puesto que la opinión mayoritaria de los cronistas invasores sostiene que el arte de producir la sal de costa fue introducida por los conquistadores hispanos, del mismo modo que en innumerables eventos se adjudican; descubrimientos, introducciones, ser los primeros…etc. con el propósito de obtener beneficios y prelacías de la corona y sus autoridades. Las declaraciones de méritos y servicios de los conquistadores están llenas de estas especies alimentando la profusa mitomanía que cargamos en la actualidad.

Es también muy interesante conocer el modo de obtener sal de costa de nuestros aborígenes, según el relato de Jerónimo de Vivar en su crónica y relación, la primera narración completa sobre los hechos de la conquista del territorio, publicada en 1558, y que éste autor en su primer libro transcribiera fragmentos de cuyo capítulo.

Los conquistadores se hacen propietarios

El balneario Cáhuil está ubicado en el grado 34 y 29 minutos, en el desaguadero del río Nilahue cuya conectividad, principalmente, durante el invierno, permite además el ingreso de las aguas del océano en la cuenca del río por espacio de alrededor de 20 kilómetros.

Este fenómeno convierte el curso de la desembocadura en una marisma, aunque vulgarmente se le denomina laguna, Laguna de Cáhuil y antiguamente conocida como; Los Choros, Laguna de Los Choros y también Laguna de Doña Leonor, por ser Doña Leonor de la Corte, hija del alguacil mayor de la primera Real Audiencia de Concepción, González de la Corte, y esposa del capitán Rodrigo Verdugo de Sarriá, la agraciada con una merced de tierras en 1606, de 500 cuadras en las inmediaciones de dicha laguna, logrando reunir en el área, unas 1400 cuadras, concedidas por el Gobernador García Ramón. Parte de estas tierras, doña Leonor las dió como parte de la dote de su hija que casó con el Maestre de campo Felipe de Arce Cabeza de Vaca, quien las vendió en 1641 al Capitán Don Martín Ruiz de Gamboa.

El agua del mar cautiva en la laguna es utilizada desde el más remoto pasado en la producción de la más pura Sal de Costa, sal de la vida, tan necesaria para la conservación de los alimentos y para algunas industrias.

En la década del 60, siglo recién pasado, aun se encontraban en plena producción los cuarteles salineros ubicados en la ribera norte de la laguna, junto a la población de Cáhuil. Desde sus casas podían apreciar los lugareños y visitantes los numerosos cerrillos de la blanca cosecha salina de los meses del verano y hasta bien entrado el otoño.

El territorio de Cáhuil hoy y desde 1891 está inserto en la comuna de Pichilemu, punto del cual dista 13 kilómetros. En el pasado, el paraje de Pichilemu formaba parte del distrito y/o diputación de Cáhuil, del mismo modo de la doctrina y curato de Cáhuil, con asiento o sede en “Ciruelos”, vecino al poblado de Cáhuil, lugares de mayor importancia que el Pichilemu de entonces.

El cambio de situación tiene su origen en los proyectos portuarios del siglo XIX que atribuyeron una mejor disposición de la Rada de Pichilemu, por sobre otros puntos de las costas de Curicó y Colchagua.

El evento decisivo fue la creación de la comuna de Pichilemu en 1891, cuyo asiento se situó en el paraje del mismo nombre, donde ya Don Agustín Ross E. iniciaba estudios técnicos y obras tendientes a la construcción de un gran puerto con acceso ferrocarrilero y en definitiva un moderno complejo balneario.

El estudio técnico propiciado por A. Ross proyectaba un trazado por la ribera del río Nilahue, pasando por Cáhuil y bordeando la costa hasta alcanzar el Puerto de Pichilemu.

El trazado definitivo a través de la cordillera de la costa, impidió el paso del ferrocarril por Cáhuil y alejó la posibilidad que Ross construyera un puerto en La Sirena ya que contaba con autorización del gobierno mediante un decreto supremo para ello.

Demás está decir que el destino de Cáhuil fue afectado y solo en las últimas décadas mejoró la comunicación con la apertura del camino costero que lo une con Pichilemu, creando infinitas oportunidades de desarrollo para sus habitantes, especialmente a través del turismo. Hoy no es solo el lugar de refugio de cientos de familias que los fines de semana huyen del congestionado Pichilemu, sino que es un lugar de destino, con características propias que cautivan a quienes buscan descanso, bellos parajes y entretención sana.

¿Como nos ven?

Para que hablemos de lo bello de nuestras historias.

Un viajero sacerdote llegó en el verano de 1916 a Cáhuil y nos dejó algunas de sus impresiones en la Revista Católica,”Mide esta laguna unas tres leguas de largo, desde el mar hasta el estero de Nilahue, y hay en ella salinas en abundancia. Comunicada con el mar una parte del año, ciérrase en otra, lo que hace que la elaboración de la sal quede a merced de esta circunstancia.

Podría obviarse tal vez este inconveniente con un sencillo sistema de bombas que permitiera elevar el agua de la laguna hasta los cuarteles de las salinas, con lo cual se conseguiría, además, trabajar mayor tiempo y aumentar, así, la producción de sal.

Tiene Cáhuil harto marisco, choros sobre todo; pero la prohibición que hay de sacarlos y la desidia de la gente de mar para pescar, hacen que el pescado y el marisco escaseen ahí y en Pichilemu. Por lo demás, es Cáhuil un lugar solitario y escondido, lleno de calma y de sosiego, melancólico si se quiere. Unas cuantas casas de modesta apariencia pueblan una ribera de la laguna; del otro lado nada, sino empalizadas, montones de sal y el cerro que forma vis a vis y se mira con el del frente de la laguna. En ésta algún ligero esquife surca de tarde en tarde sus aguas y turba la soledad y el silencio con el ruido de sus remos.”

jueves, 25 de enero de 2007

Mis Publicaciones

Por alrededor de tres décadas he investigado, escrito y publicado información histórica, social y cultural relativa a diversas localidades de la provincia Cardenal Caro.

El desaparecido periódico, “El Pichilemu”, fue el primer medio en dar un lugar a mis crónicas de “Ud. Sabe, que….”, cuyo título implica una afirmación rotunda y certera, no una pregunta, por que usted sabe, ¡si señor¡, yo solo le rememoro . Con tanto mitómano suelto, quizás usted anda un poco confundido y se encuentra entre aquellos que todavía comulgan con sapos, acaso cree que Cristóbal Colón descubrió América.

Bueno, con la salida de circulación del dicho periódico, casi todo, el cúmulo de de documentos, noticias, comentarios y otros, recopilados de tan diversas fuentes por muchos años y con tanto esfuerzo, todo eso quedó en sueños, hasta que encontramos un soporte digno para que usted pudiera beber en los mismos sitios que don Antonio de Petrel. Así era como firmaba, en honor de la unidad económica más antigua de la colonia formada en el territorio de mi infancia y de mi propio nombre de pila, un gusto de autor.

Entonces apareció “Pichilemu, mis fuentes de información”, mentado libro que se convirtió en referente obligado de todo estudio serio sobre nuestra comuna, además de gran estímulo de una quincena de publicaciones de variada índole que han enriquecido nuestro acervo cultural.

Luego publiqué una pequeña monografía sobre las autoridades de la comuna de Litueche, antes El Rosario, el que fue presentado en un salón municipal de Litueche con gran asistencia de vecinos y estudiantes muy interesados por conocer, especialmente un período nebuloso de su pasado, la creación y primeros gestores de la comuna.

La motivación partió de don Antonio Molfino Chiorrini, decano del servicio público, desde El Rosario de la primera mitad del siglo XX y artífice de la gran comuna de Litueche durante el proceso regionalizador de las décadas 70 y 80. Don Antonio tuvo la confianza de encomendar dicho trabajo al considerar que éste autor, ajeno a la guerrilla y bandos interesados en desinformar, podría dar fe de sus afirmaciones amparado especialmente en pruebas documentales, cuestión que fue posible y lograda satisfactoriamente.

Entonces les cupo el turno a los olvidados de siempre, un grupo selecto y representativo de cultores de la poesía popular, todos Pichileminos, alzados por sobre sus debilidades y carencias, nos regalan sus vigorosas criaturas, sus impresiones y modo de ver el mundo y entorno, ellos mantienen vivo este arte tan antiguo como el hombre. Pichilemu, cantos de puetas, merecidamente cala una honda huella en el ser costino, lo identifica y lo agita y se atreve.

Luego, se me planteó otro interesante desafío en torno a una antigua “Tradición oral” que conocían los pobladores de la ex hacienda de Santa Mónica de la comuna de Litueche, la existencia de una instalación conventual Franciscana en los terrenos de la ex hacienda y que forman parte hoy del predio San Francisco, de Don Joaquín Molfino Chiorrini. ¿Qué hay de cierto?, esta vasta pregunta, la amistad y todo el apoyo de don Joaquín, permitió aclarar y conocer varios aspectos de la rica devoción religiosa costina y lo plasmamos en un libro llamado “Franciscanos en Litueche” el que fue presentado en el convento grande de San Francisco, en la Alameda y nos queda pendiente una actividad similar en Litueche mismo, dentro del marco adecuado a un hecho de tal envergadura.

Eso es en cuanto a publicaciones, la inquietud es inextinguible, con el tiempo cada vez menor para dedicar a estos esfuerzos, trabajo algunos temas y obsesiones hoy día que subiré a la red en cuanto pueda y como pueda ya que ésta lo permite así y además los interesados pueden volcar sus propias inquietudes, por eso este BLOG.

domingo, 7 de enero de 2007

Objetivos del sitio

Presentación

CAHUIL, RUCA CHIADI

Información y documentación histórica.

Antonio Saldías González

Escritor

Camino Cáhuil 2755

Cáhuil.