sábado, 12 de marzo de 2011

Juegos en Edwards Bello

Don Joaquín Edwards Bello es un hombre de mundo, proviene de una de las familias más acaudaladas de Chile, grandes jugadores, diría que los juegos de azar están en el ADN, transferido, también, a sus personajes y mundos recreados, y reales.
En el Chileno en Madrid, menta que, Antonio Assensi, natural de Algeciras, con algún conocimiento del inglés por haber residido en Gilbrantar, dedicado vagamente al contrabando, pasó a Madrid con un negocio bizco de treinta y cuarenta. Durante más de diez años se dedicó a los negocios de juego en toda España; no había crupier ni jugador de oficio que no le conociese. Regentaba garitos en los pueblos y contrataba el juego en casinos de Madrid y Barcelona.
Don Antonio pasó a Chile y se estableció en Valparaiso a fines del siglo XIX, Hizo una gran fortuna. En 1906 murió su esposa en el terremoto que destrozó la ciudad. El murió al año siguiente, dejando a su hijo un millón de pesetas.
Julio Assensi es uno de los chilenos en Madrid. Madrid es una gran casa de juegos. En una extensión de cuatro manzanas alrededor de la Puerta del Sol había sesenta garitos.
En España se juega de la manera más violenta y apasionada del mundo, porque los juegos de azar como los toros han reemplazado la conquista y la minería. El juego y el toreo equivalen a la hazaña.
Ahora, esto es el juego de azar en la literatura de don Joaquín Edwards Bello, cuyo padre, en la vida real es primo de don Agustín Ross Edwards, creador del Casino de Pichilemu, el primero en el país y Sudamérica, según los chetumas, claro está.

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