miércoles, 7 de febrero de 2007

PECULIARIDADES DE GRACIELA ILLANES A.


A poca distancia de Pichilemu está Cahuil. Respecto a esta denominación geográfica, hay una discrepancia en su pronunciación. En los diccionarios aparece incentuado y los habitantes de la región sólo le llaman Cáhuil. Quizás qué llegará a predominar, si el uso o la técnica. Es una aldea y una albufera. Esta se ha formado debido a una laguna sujeta a la acción del flujo y reflujo del mar. Una anchura prolongada, sinuosa y honda, de medio kilómetro de ancho, que forma el extremo inferior del río Nilahue, es lo que constituye la laguna. En la desembocadura hay una pequeña caleta.

Esta represa de Cahuil es muy rica. No sólo da la sal en abundancia, Sus márgenes abundan en plantas de sosa, que son útiles para fabricar jabón y vidrios y en sus inmediaciones hay caolín o arcilla, de gran empleo en la porcelana. El conjunto es bastante hermoso: en el centro, la laguna; a ambas márgenes, los cuarteles cuadriculados de medida determinada, en los cuales se elabora silenciosamente la sal, y todo entre cerros que resguardan este tesoro de belleza y valor lejano, el mar, con carácter legendario, meciendo algunas lanchas destinadas a la pesca o a hacer paseos.

Los cuarteles no están inmediatamente junto a la laguna; primero está el corral; allí todavía ejerce su influjo la marea y en las altas mareas se llena de agua salobre. De aquí pasa a los cuarteles, que reciben los nombres de cocedor y sancochador. Hay todavía un tercer lugar sin nombre, en donde el agua dejar encima una capa blanca de sal, o sea donde cuaja. En este último se produce la etapa más larga, pues el agua está aquí sujeta veinticinco días después de cuajar.

La faena dura en las salinas de octubre a abril. Empieza con la preparación de la tierra; es necesario endurecer ésta con el pisón y luego hacer llegar el agua salobre para obtener la primera cosecha. Una vez preparado el terreno, los salineros caminan sobre “el fuerte” o sobre “los parapetos”, arreglando éstos o mirando el agua aprisionada. Ahí está para los salineros el éxito próximo o lejano de su empresa y su ganancia.

El “fuerte” es un muro de mediana altura afirmado por estacas. Cuando sube la marea, azota en las estacas; éstas permiten entonces la defensa del muro y que permanezca la separación de la laguna y el corral. Los “parapetos” aíslan un cuartel de otro. Con la maceta, sencilla herramienta de madera, se aprisionan los parapetos. Para afianzar éstos, se aprovecha el barro que suele formarse en los cuarteles.

Los salineros dan al conjunto de cuarteles el nombre de “calle”. Las nuevas dan una sal inferior, más oscura y gruesa. Esta generalmente la obtienen los compradores locales que viajan en mulas. Desde que se forman los primeros montones de sal, se les ve aparecer. La figura de estos comerciantes tiene relieve especial junto a sus mulas y a su almud, esta es la medida que emplean. Cargan sus dóciles mulas y se van por los cerros. Pasan la noche donde pueden. Después que han desocupado su tropilla, regresan. Vienen cargados. Traen papas, porotos, trigo, yerba, azúcar, en cambio de lo que llevaron. En general, productos de los que los salineros carecen. Nuevamente hacen trueque o venta y así de ordinario.

La existencia de estos personajes transcurre en un ir y venir. También sirven de correos. Enlazan los villorrios y la gente tiene noticias orales o escritas de sus parientes y compadres, merced a sus viajes.

La sal fina es producida en los cuarteles que más largo tiempo se han utilizado. Los salineros la llaman “plumilla”, es más pesada y “hay que sacarla en baldes”, dicen. La otra, la gruesa, sólo la llevan en angarillas.

En el tiempo de cosecha, las salinas de Cáhuil tienen su aspecto típico. Se lo dan especialmente los grandes y blancos montones de sal a cada lado de la laguna y en toda su continuidad. Corto tiempo están aquí, pero esta característica no desaparece en todo el tiempo señalado, pues un montón se cambia por otro constantemente. La sal es sacada y se guarda en las grandes bodegas de Pichilemu.

Hasta aquí un fragmento de la extensa crónica de doña Graciela EN VIAJE, interesante y muy observadora, nos contó todo el proceso de producción y de forma amena, conozco otras descripciones, algo densas, más adelante les daré la bibliografía para los más interesados.

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