viernes, 2 de febrero de 2007

Gente de Cáhuil

CHILE PAIS VIVIDO

Esta semblanza, escrita por don Manuel Rojas la tomamos de un portentoso trabajo de don Nicomedes Guzmán, el que tituló "Autoretrato de Chile" y el que publiqué en 1990 en Pichilemu, mis fuentes de información", ahora, con el riesgo de ser majadero, quedará instalado en el blogs.
"Aquí tenemos a Manuel Llanca. Entre seres de ojos negros y cabellos obscuros, él tenía los ojos verdesy dorado el cabello. Llanca...¿es un apellido indígena? También podría ser vasco. Sus maneras y sus sonrisas hacían más luminosaslas salinas de Cáhuil. Nunca dijo que no. Sus manos eran duras, manos de campesino, delgado, de regular estatura, jamás estaba ocioso. Trabajaba, no obstante, por trabajar; su hacienda era pobre y muy escasa su renta. Cuarenta años de trabajo no le habían producido gran cosa: tenía unas tierras de rulo (dos o tres cuadras). parecía no faltarle nada; nunca se quejaba. Su mayor virtud era no conocer el tiempo; el tiempo no existía para él y, no existiendo, no le daba importancia ni le atribuía precio . Es una virtud que irrita a los administradores y a los síndicos:"A las ocho aquí, a las nueve allá, ¿tres horas?, no, eso se hace en una. Cuarenta quintales, cincuenta arrobas. Rinde el 30 x 1".
La madre murió de vieja y ahí quedó "la arenga", la discusión entre los herederos. Ignorante del tiempo y de su valor comercial, lo mismo le daba ganar mil pesos en un día que en un mes. "¿Para dónde va, Manuelito?"-"Voy para el Rapel, señor, a ver si consigo un poco de trigo o de pescado." La recua de mulas cargadas con sacos de sal desaparecía entre el amarillo polvo del camino a Pichilemu.
Pasaban varios días. ¿Cuantos? Nadie los contaba, y menos que nadie, él. Mientras transcurrían, él viajaba a lo largo de la costa, a paso de mula: aquí dejaba dos sacos de sal y recibía su equivalencia en trigo; más allá otros sacos y otros sacos. Por fin, luego de dormir aquí y allá, llegaba a orillas del Rapel. -"¿Hay pescado, niños? -"La mar está muy malaza, El surazo..."-"Esperaré". Pasaba el surazo, pero el vino no se acababa, y a veces se acababa el vino y volvía el surazo. ¿Quién lo aguanta de noche, en un bongo, sin más reparo que unos suéteres rotos y unos chalecos desgarrados?, ¿Que importa? Han Transcurrido millones de años desde que el hombre apareció sobre la tierra y otros tantos más transcurrirán hasta que desaparezca. ¿Por que inquietarse por unos días? Por fin apaciguado el surazo y acabado el vino, los pescadores se hacían a la mar; allá venían: congrios, corvinas, jureles. Cargaba lo que podía y enderezaba el rumbo a Pichilemu, en donde vendía todo y celebraba el término de su jarnada. Llegaba a Cáhuil al amanecer, borracho y sonriente, apacibles sus ojos verdes, cariñosa su sonrisa, duras sus manos, dorado su cabello. ¿Vivirá aún? Tal vez, No dándole importancia al tiempo, el tiempo dura más. Chango o vasco, hijo de la costa, Manuel Llanca, ¿eres chileno?-"Por aquí nací, pues, señor; chileno seré".

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